lunes, 6 de mayo de 2013

Origen de las Cruces de Mayo en la ciudad

A continuacón os dejamos un artículo muy interesante de José Monerri publicado en el diario "La verdad" y en el que se explica a grandes rasgos la historia de la festividad de Las Cruces de Mayo que cada año coje más fuerza en nuestra ciudad.

Aprovechamos para recordaros que, aunque la mayoría de los colectivos de la ciudad han celebrado estas fiestas este fin de semana pasado, en el barrio de San Antón este año las celebraremos el fin de semana próximo, del 10 al 12 de mayo en la Plaza La Purísima.

Texto íntegro del artículo:

Mantenemos la tradición de las Cruces de Mayo. Aunque una Real Orden de 21 de abril de 1769 las prohibía basándose en el abuso y excentricidad de las Mayas, resurgió gracias a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, los marrajos.

La verdad es que son fiestas de origen pagano que llegaron a España heredadas de griegos, romanos y árabes. La Cristiandad las transformó. El propio mes debe su nombre a Rómulo, quien según Flavio repartió el pueblo romano en dos partes: la primera, de varones ancianos para que gobernasen la república con madurez y acierto; y la segunda, de mancebos jóvenes, para que la defendiesen y amparasen con sus armas. A la primera parte llamó Mayo por ser de los mayores; y a la segunda, Junio, por ser de los jóvenes. De esta división tomaron los nombres este mes y el siguiente. Otros afirman que Mayo deriva del dios Júpiter, a quien los pueblos tusculanos, en Italia, para explicar su grandeza y majestad llamaron así. Cingio opina que este nombre se tomó de la fingida diosa Maya, esposa de Vulcano, a quien en las calendas de este hacían fiestas y se tributaban sacrificios.

La Iglesia, desde el año 630, conmemora el culto a la Santa Cruz el 14 de septiembre, cuando tuvo lugar su rescate por obra del emperador Heraclio en su victoria sobre los persas. En el misal gótico se hacía el 3 de mayo fiesta a la Santa Cruz, sin aludir a su Invención. Roma aceptó esta fiesta dedicándola a la Invención por santa Elena, la madre de Constantino. Ésta hizo excavaciones en el Calvario y halló las tres cruces: reconoció, según la tradición, la de Cristo porque, aplicada a una difunta, le devolvió la vida. Ocurrió en el siglo IV.

El origen popular de la fiesta en Cartagena y su comarca hay que buscarlo en Andalucía, donde ha gozado de raigambre. Como tradición popular y festiva rebasa lo religioso. Y se puede datar en la primera mitad del siglo XIV. Se celebraba con especial relieve en el barrio de Pescadores y, más tarde, en el Rincón de la Soledad. También se celebró en el interior del templo de la Caridad y en algunos colegios. Federico Casal recordaba que era el 3 de mayo en el Barrio de Pescadores. Asistían las Mayas ataviadas de lujosos corpiños y sayas. La moza más rica o guapa del barrio era elegida presidenta y ocupaba el trono. En la habitación donde se ponía la Cruz se cantaba, se bailaba y se bebía. La fiesta degeneró por las interferencias de Baco y el exceso de las Mayas. Y fueron prohibidas en 1769. Nueve años después, Carlos III advirtió de severas penas.

Desparecidas las Mayas, decayó la fiesta y quedó reducida a una simple Cruz, aunque en domicilios particulares se celebraba con bailes y bebidas. Ya en 1795 Juan Llavador, que vivía en la calle de Nuestro Padre Jesús Nazareno, hizo en la rinconada un altar con la imagen de la Soledad y los atributos de la Pasión. Dijo misa todos los domingos hasta que en 1820 la suprimieron los revolucionarios de Riego. Eso sí, respetaron el altar.

La calle tomó el nombre de la Soledad. Después, se recuperó la fiesta, y aunque el altar y la imagen de la Virgen fueron destruidos en 1936, volvió con un cuadro de la Virgen pintado por Portela. Y ya en los años de 1950, algunas agrupaciones de las cofradías comenzaron a montar cruces en plan de verbena. En 1975, los marrajos formalizaron el festejo en el callejón de Bretau. Le siguieron los californios, a impulsos de Balbino de la Cerra. La montaron en el túnel de la calle del Caballero. Desde entonces, se han consolidado y han proporcionado un singular colorido a Cartagena.

Más información en: Artículo en La Verdad Cartagena

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