jueves, 9 de mayo de 2013

Un poco de historia de las Cruces de Mayo

Por toda España se elegía una maya, la niña o jovencita más guapa del barrio o del pueblo, que presidía el baile desde un trono. Algo así como el antecedente de la maja o reina de las fiestas.

La maya contaba con una especie de corte de honor, otras compañeras que pedían a los viandantes para el sostenimiento del evento: «Un cuartito para la maya, que no tiene manta ni saya».

Esto mismo pasaba en el casco antiguo de Cartagena. El cronista Federico Casal escribe que ya en el siglo XVI se engalanaba una habitación con un altar sobre el que se disponía una cruz floral con sortijas, pañuelos bordados, rosarios.

La estancia, en la que se bailaba y cantaba, estaba presidida por la maya, sentada en su sillón. Casal nos indicaba que en el momento de escribir su obra, andaba el año 1947, aún se celebrada en el rincón de la Soledad durante siete días sin mayas, pero con verbenas, aunque se seguía solicitando una dádiva a quienes pasaban por allí.

Aún hoy día encontramos un altar dedicado, desde 1793, a esta advocación de María por iniciativa de un vecino. El epicentro de aquella festividad se situaba en el antiguo barrio de pescadores, cerca de la catedral y del teatro romano.

Por ello nuestras cruces de mayo que tanta expectación causaron durante el último fin de semana no son una copia de las andaluzas, es una fiesta muy extendida por toda España, con diversas variantes, y que gozaron de gran esplendor en los siglos XVIII y XIX.

Eso lo han entendido muy bien los integrantes del Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena de La Palma, en cuya cruz erigida en la Cuesta de la Baronesa el pasado sábado no existía referencia alguna a trajes de faralaes.

Más información en: Artículo en el diario La Verdad de Cartagena

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