La plaza de la Iglesia y sus alrededores estuvieron perfumados durante toda la jornada por el penetrante aroma a pulpo recien pasado por la plancha. Por entre cuatro y seis euros, según el lugar escogido, quienes quisieron pudieron degustar la especialidad gastronómica sin la cual San Antón no sería lo mismo, y acompañarla de una cerveza, un refresco o un chato de vino.
Tras reparar el hambre del mediodía, a las seis de la tarde los más fieles al santo pudieron participar en la procesión por las calles del barrio. En cuanto a los más pequeños, también tuvieron ocasión de disfrutar, durante la jornada de las atraciones de una pequeña feria montada por varias calles.
Enlace: Noticia en La Verdad
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